miércoles, 3 de febrero de 2016

Hoy quiero creer con entusiasmo.

En algún lugar del universo está sonando una melodía de Liszt. También hay unas manos llenas de pintura y sin demasiadas ideas vertiendo colores en lienzos. Hay, además, un tazón de té hirviendo y un cigarrillo consumiéndose en un pequeño cenicero. Mientras tanto, el frío inunda la habitación llena de humo. 

La ilusión del tiempo genera movimiento y cambio. Sin embargo, en esta fantasía, nada realmente está cambiando; nada se mueve. La mente crea, desde algún recóndito lugar del más profundo interior, espacios alterables con habitaciones frías, llenas de humo y tazones de té hirviendo... 

¡Qué maravilloso es que en algún lugar del universo esté sonando una melodía de Liszt! ¡Qué extraordinaria manera tienen esos espacios de crearse desde dentro! ¿Cuál será el secreto? ¿Será quizás que se crean creyendo?

Hoy quiero creer con entusiasmo.

                           
                                                       

                          Sueño de amor - Franz Liszt


















lunes, 1 de febrero de 2016

Experienciando

Estar en la superficie: sentirla. Percibir los bordes, las aristas, los márgenes, las líneas... La sensación del cuerpo separado y frágil.

Tal vez las superficies no existan como tal y los límites sean solo la ilusión de la esencia ávida de experiencias. La Existencia en búsqueda de sí misma mediante el juego de la separación. El Yo y los otros; el Yo y lo otro; experienciando así un diálogo consigo misma a través de la materia, de lo concreto, de lo preciso. 

En este juego maravilloso existen secretos ocultos en formas inesperadas, grandes maestros escondidos en disfraces de apariencia animal y vegetal. Ellos juegan el papel de guías desapercibidos, de maestros espirituales, de mentores; y nos señalan constantemente el camino a casa, a ese lugar que hemos malentendido nombrado Felicidad. Porque la felicidad no dejará nunca de ser una emoción, y una emoción es un estado, una sensación pasajera, y como tal, está destinada a experimentar su contra-emoción. 

El camino a casa podría estar frente a nuestros ojos, haciendo de éste el más fascinante de los juegos. 

¿Cómo será llegar a casa? ¿Cuál será su aroma? 



  
   

domingo, 31 de enero de 2016

Volver al centro

Si pudiese llegar al centro y abrazarlo, lo haría sin pensar. Quizá solo se pueda llegar al centro si se consigue hacer a un lado los pensamientos. 

Hablamos sin parar y sin conocer al personaje que está hablando; y para reencontrarnos con quién está detrás miramos hacia delante, proyectando la atención hacia lo externo. 

La atención es una droga pesada que ha perdido su dirección. 

El expresarse es una manera de entendernos. Dadme un receptor, un espectador atento y que haya dejado a un costado a su personaje, y podré llegar a 'el Centro' y abrazarlo.        

Mientras tanto voy reviviendo recuerdos sesgados: la luz sedante de las mañanas, los colores rabiosos de tantos y tantos cielos, las mariposas beat technicolor, los siete locos, el piano trasnochador, los dibujos, las palabras nunca dichas...           

No quiero ser más un creyente, quiero conducir mi atención camino a casa, al centro; y así por fin poder abrazarlo.  


viernes, 29 de enero de 2016

Sobre el desarraigo


Hablemos en positivo. Hacer este ejercicio no resulta fácil y, sin embargo, la new meme age nos invita a ello de forma masiva.

Cuéntame una historia asociada a una emoción o a un pensamiento y te hablaré de la ilusión del ser humano, de los personajes que pululamos por el mundo repitiéndonos generación tras generación...

Pero hablemos en positivo. El desarraigo trae también consigo los reencuentros; el repensar el mundo y las conexiones con los seres queridos, el cuestionarse cada día el porqué elegimos partir. ¿Será que buscamos la tan ansiada libertad que buscaba Papillón? En fin, historias.

Somos portadores de creencias y con ellas vamos transcurriendo por el mundo, creencias que no son nuestras pero que dibujan nuestra "realidad" a través de los sentidos.

Cuéntame una historia, muchas historias; y dame más argumentos para poder generar nuevas creencias... Quizá detrás de estas historias existe un sol que mira a través nuestro; no varios soles sino un único sol observador de diferentes mundos. Varios millones de mundos teñidos de historias; un único sol.

El desarraigo es una historia más, una ilusión. Desearía poder finalmente conectar con ese sol y así exorcizar al desarraigo...      






sábado, 10 de octubre de 2015

Pequeña historia de un trámite jubilatorio o...


donde nuestra protagonista extrema todos sus recursos en la lucha contra modernos molinos, empleando como recursos la paciencia, la austeridad, la perseverancia y un optimismo un tanto ingenuo, pero que en última instancia la sostiene hasta el fin y le permite seguir teniendo fe en que la vida vale la pena, a pesar de todo.

Llegar a los 60 años tiene sus ventajas.

Si te conservas bien, aparte de no encontrar trabajo porque te consideran ya incompetente, estás en un momento donde realmente tienes experiencia y conocimiento de la vida. Además te puedes jubilar.

Pero seguro que llegar a los 60  años tiene sus ventajas.

En el mes de setiembre del 2013, llegada a este vital momento, en la situación descrita, decidí comenzar el trámite jubilatorio. Excitante experiencia si las hay, tomar consciencia que luego de una vida de trabajo y aportes al estado, recibirás por fin tu merecida recompensa en forma de retribución mensual que te permitirá un retiro sin sobresaltos económicos.

Debía, para comenzar, sortear dos obstáculos, proceder al cierre de una empresa, a la que tuve el honor de contribuir en su quiebra años atrás y pagar la última cuota al BPS (Banco de Previsión Social) que quedó sin abonar en ocasión del cierre. Naturalmente una pequeña cuota de hace quince años, había crecido mucho más que mis nietos, convirtiéndose en una robusta cifra, que mantuvo injustificadamente abiertas mis mandíbulas por varios días.

Pero como los misterios de la administración pública son insondables, para allanar el camino opté por contratar los invalorables servicios de un escribano, que me guiaría de la mano en tan enrevesados trámites. El profesional aportó su sabiduría como corresponde, procedió a la liquidación de la empresa y sentenció que de ninguna manera debía pagar la cuota atrasada, ya que pasados los diez años la deuda prescribía. Impresionada ante tamaña palabra y con ciega fe en los servicios de mi mentor, presenté entonces en oficinas de ATYR (Asesoría Tributaria y Recaudación), una carta solicitando, al amparo de la ley, se hiciera efectiva la tal prescripción. Y aquí comienza la aventura.

En el mes de octubre del 2013, fue presentada dicha solicitud, parece que en diciembre del 2013 fue aprobada y en el mes de febrero del 2014 se notificó dicha aprobación. El trámite no podía comenzar de mejor manera, en solo cuatro meses la administración había logrado dar entrada al expediente, había comprobado que se debía una cuota y había puesto a funcionar la maquinaria legal para llegar a la conclusión que efectivamente esta deuda prescribía y como agregado hasta nos había comunicado su resolución.

Alucinando por la eficiencia y con cierta curiosidad por unas televisiones que veía en los escritorios con unos teclados anexos (confieso que me llamó la atención no ver las útiles Ollivettis que acostumbraba ver en estas oficinas) me dirijo rauda a las oficinas del BPS que me correspondían, en el Shopping Costa Urbana, (ATYR está en ciudad vieja) con la resolución en mis emocionadas manos a efectos de proseguir el trámite. Digo proseguir porque en realidad lo comencé en setiembre, al presentar la documentación y fue entonces que me dieron noticia de los obstáculos antes mencionados. Al presentar la resolución, me entero que la persona que llevaba mi expediente se había jubilado y naturalmente el nuevo funcionario que lo llevaría comenzaría todo en foja cero, como corresponde. De todas maneras me retiré feliz por el curso de los acontecimientos a esperar una pronta resolución del tema.

En el mes de julio del 2014, encontrándome en el exterior por razones familiares, en casa se recibió una llamada del BPS, pidiendo mi concurrencia por haber una deuda pendiente. Nadie sino yo, titular del expediente, podía concurrir, ni a informarse, ni mucho menos a tramitar nada. En tales circunstancias concurrí en setiembre del 2014, una vez de regreso al país.

Efectivamente, la deuda que surgió a luz nuevamente era la misma de la cual había tramitado su prescripción y había llevado amorosamente la resolución a la sucursal Costa Shopping. El funcionario del sector empresas, convino conmigo, que seguramente el funcionario de tramitación del expediente, no se había percatado de tal resolución aportada por ATYR y presente en la carpeta, por lo cual la devolvió prestamente a su origen, para que continuara su inexorable camino a la feliz resolución. Volví a casa con la satisfacción de la tarea cumplida.

En el mes de octubre del 2014, luego de haber cumplido una sencilla  e íntima, pero no por ello menos emotiva ceremonia, para festejar el primer año de nuestro expediente primerizo y ante la falta de noticias sobre el mismo, decidí apersonarme en las sagradas oficinas para informarme de la evolución del mismo.

Me enteré entonces que el mismo estaba exactamente en la misma situación, es decir, con una deuda pendiente. Seguramente ningún funcionario quería ocasionarme contratiempos, por lo cual no me habían notificado, esperando que el tiempo limara mi ansiedad y tomara las cosas con la ponderación necesaria. Ante mi curiosidad me explicaron que en realidad la deuda no prescribe a los efectos jubilatorios, sino solamente a efectos fiscales. Sin pretender entender ni remotamente que significa este extremo, ya que no me considero merecedora de tal verdad revelada y solamente para saciar una cierta ansiedad totalmente injustificada, me dirigí a ATYR para confirmar la veracidad de esto. Efectivamente, allí una supervisora, con todo el peso de su autoridad, obtenida tras una abnegada carrera administrativa, confirmó, que ocho meses después de ser notificados y diez meses después de su resolución, dicha prescripción no era vinculante a efectos jubilatorios. Al comprobar mi gesto de asombro y darse cuenta que no me enteraba del significado de su respuesta, agregó que en anteriores épocas, el impreso donde se comunicaban éstas resoluciones, como el que me habían dado, incluía una frase que aclaraba esta situación, pero ya no se hacía vaya a saber por qué esotérica razón administrativa. Al ver su preocupada expresión me di cuenta que le asaltó la duda de si debía tomar alguna acción al respecto, como elevar la solicitud de reimprimir esta frase en los futuros impresos, a algún secreto comité resolutivo. En verdad volví preocupada por haber importunado a ésta funcionaria, al enfrentarla a cuestiones tan complicadas.

De regreso a la entrañable sucursal Costa Urbana, en noviembre 2014, me apersono en el segundo piso (la ingeniería estatal ha dispuesto una oficina en el segundo piso, otra en el primero y hasta una en planta baja) y entregada a la versatilidad y destreza de un funcionario del sector de empresas, acordamos y firmo un convenio, por el cual me descontarían  en cuotas aquella pequeña cantidad, que con los años se ha convertido en una saludable, robusta y enorme deuda. Una vez más y conservando la duda de para que servirán aquellos televisores y teclados, transporto el documento firmado al primer piso, a efectos de que continúe su saludable carrera.

En diciembre del 2014, únicamente con el deseo de aportar lo que me fuera posible, regreso para saber el estado del trámite. Esta vez me entero que el trámite sigue igual, ante una deuda pendiente de pago, pero el destino quiso  esta vez que se encontrara en el primer piso. Sin embargo, la funcionaria encargada de estas liquidaciones no se encontraba presente, ya que nos informaron que atendía dichos trámites solo los días viernes, pero justamente éste había tenido hora con el médico.Confieso que no entendí bien la contestación del funcionario al que pregunté a qué complicada tramitación se dedicaba el resto de la semana tan diligente funcionaria. De manera que alegre de tener la oportunidad de volver la próxima semana así lo hice. Me enteré entonces que como había aportado no solo al BPS sino también a una AFAP, estaba vedado en mi caso la posibilidad de financiar la deuda pendiente y debía pagarla de una sola vez antes de hacer más nada. No me cabía el corazón en el pecho de la alegría de saber que quince meses después de iniciados los trámites, tendría que hacer lo que podría haber hecho el mismo día de comenzar. Pero quien me quitaba todo lo vivido en tan emocionante periplo, que tanto aportó a mi vida y la maravillosa oportunidad de conocer gente tan rica y eficiente, que elevó mi alma por alturas inimaginables. No pude menos además, que recordar con cariño al escribano, que encaminó mis pasos por las tinieblas con sus mejores intenciones. Recordé en la ocasión el sabio dicho popular “pa semejante candil, más vale dormir a oscuras”

De manera que con visible emoción - las lágrimas se me escapaban - le dije a la funcionaria que estaba dispuesta a pagar lo  que fuera, de la forma que fuera, en el momento que fuera y bajo las condiciones que fueran. Ella, consciente del momento de gran carga emotiva, me sugirió, que me dirigiera a planta baja para confirmar fehacientemente que disponía de causal jubilatoria antes de dar otro paso en falso.

Aquí debo hacer otra aclaración. Como tengo varios años trabajados en España, país con el cual hay convenio, desde un principio venía pidiendo que se consultara a dicho país para homologar dichos años. Siempre se me dijo que no se podía hacer mientras no estuviera resuelto el tema de la deuda. Esta vez se haría una excepción y se enviaría a la sección de convenios internacionales a tales efectos.

Como forma de apoyo a todo este desempeño impecable de todos quienes me atendieron, decidí entonces llevar personalmente una carta explicando mi situación al gerente de la sucursal. Finalmente me atendió el subgerente, ya que según sus propias palabras, el gerente, en días estivales como los corrientes, se encontraba en costas rochenses, intentando aliviar la sobreexposición al stress al que se veía sometido todo el año. De una temprana madurez, activo, elocuente, yo diría canchero, recibió atentamente mi carta, primorosamente presentada en una carpetita plástica, de llamativo color amarillo, recién comprada para adecentar su entrega. Expresó con la rotundidad de su exitosa carrera sobre sus hombros, que leería la carta a la brevedad y una vez informado  del caso, tomaría cartas en el asunto y me avisaría sobre lo actuado.

Quince días después, con el único fin de que no se molestara en ubicarme, me presenté ante él para saber de las posibles novedades. Tras el saludo de rigor y luego de que me comentara con una sonrisa que mi cara le sonaba de algo, le señalé la primorosa carpeta que asomaba bajo una pila de papeles, sobre su escritorio. Tomado consciencia que hubo del tema y luego de quejarse de los esfuerzos a que se veía obligado para que el personal apoyara su gestión me despidió asegurándome que todo se encaminaría.

Una semana después, volví a planta baja, para ver si la solicitud a convenios  internacionales se había realizado. Con el mismo rostro impasible con que me atendían siempre, me dijeron que no, porque si había una deuda pendiente, no se podía hacer. Decidida a no ocasionar más inconvenientes ni molestias a toda ésta maravillosa gente, encaminé mis pasos al segundo piso, sección empresas y pedí por favor al avezado funcionario que había hecho el convenio original, que ésta vez quería pagar, todo, ya, ahora, sin demora, liquidar la deuda, borrarla, aniquilarla, destruirla, olvidarla. Gentilmente, el hombre accedió a mi pedido y ahora sí, por fin, me dirigía orgullosa, liquidación en mano, al Banco República, a cumplir con mi destino, y finalmente dejar de ser deudora. Cumplido el trámite, entregué el recibo correspondiente en el primer piso, nos abrazamos con la funcionaria y me retiré, esperando que ella una vez cumplimentado, enviara el expediente a planta baja para continuar su camino, no sin antes volver a preguntarme por los televisores y teclados en los escritorios. Nos deseamos felices fiestas y acordamos que en un par de meses seguramente tendría noticias.

La próxima experiencia la tuve sobre febrero del 2015. Me presenté nuevamente a la misma funcionaria, para saber en qué estaba mi trámite, a lo que me comentó que era imposible saberlo y que seguramente me dirían algo de convenios internacionales cuando ellos lo dispusieran. Entablamos entonces un animado diálogo, donde yo le conté la rica experiencia de sobrevivir casi dos años sin cobrar un peso y como esto lo hace crecer a uno. Tan animado se puso que en cierto momento, se levantó de su escritorio un joven que después sabría que era su superior y me trajo a la realidad diciéndome que todo hubiera sido más rápido si yo hubiera pagado en un principio. Confieso que me dejó impresionada la capacidad de análisis  de este joven mando medio, además de lo oportuno de insertar el comentario justo y adecuado en una conversación donde nadie lo había citado. Más enriquecida aún, si cabe, volví a casa en ésta ocasión.

Por si aún podía contribuir en algo, me dirigí entonces a la central del BPS, donde pude averiguar que los jueves la sección de convenios internacionales atendía al público, de manera que decidí no desaprovechar tamaña generosidad y allí marché en busca de mi expediente.

Hasta el momento la atención recibida en la sucursal Costa Urbana era irreprochable. Cada funcionario me había informado cabalmente de los pasos a seguir con el trámite, me habían informado puntualmente de cada inconveniente, demostrando una atención personalizada más allá de toda obligación. No podía ser de otra manera, visto el profesionalismo y la eficiencia de las jerarquías y mandos medios, que ejercían la verticalidad de manera contundente y sin reservas. Desbordado de tanta consideración, decidí pedir en central que reclamaran el expediente y continuar allí el trámite, jurando en adelante pasar lo más lejos que me fuera posible de la sucursal Costa Urbana, a efectos de no molestar, con el cariño y agradecimiento que acompañarán el resto de mis días.

Ingresar al edificio de la central del BPS es una experiencia muy singular. La estética arquitectónica, esos escritorios con numeritos de acrílico de estética setentera, el mobiliario casi intemporal y el gris que lo invade todo (incluso a todas esas sombras que deambulan por los pasillos), hace que uno se sienta integrante de un film en blanco y negro. Una abulia inmensa  y una profunda depresión dejan el alma espesa y pesada. Hay un profesionalismo del conjunto, que hace de la angustia una verdadera sinfonía de grises. Aplasta. Destruye. Es algo así como esa excursión que todos queremos no hacer bajo ninguna circunstancia. En fin, esto es subjetivo y no era mi caso, ya que a esta altura este retiro espiritual que significaba la tramitación de mi pasividad, me mantenía en un estado permanente, entre místico y orgásmico. Conversar con un nuevo soldado de este sagrado ejército amanuense era para mí una verdadera Epifanía.

Una vez en convenios internacionales, segundo piso y al no encontrar el expediente, me envían al cuarto piso, donde tampoco lo encuentran. Al volver al segundo, la funcionaria que me atendió me recibe en tono festivo, sacudiendo en alto el expediente, al grito de lo encontré! Lo encontré! Estaba en portería. Si, si, si, en portería, desde diciembre hasta entonces, marzo, en portería, si, en portería, si, en portería, si, en portería. Tres meses en portería, sí, en portería.

Nuevamente nos embargó la emoción y festejamos. Finalmente ella, con la dignidad que dan los extensos años de profesión y la total solvencia a lo actuado, me dijo seriamente. “Ahora sí, esto se envía a España, pero no espere noticias antes de los tres meses, uno para ir el pedido, otro para el trámite y un tercero para que vuelva”. Increíble. Ante tal verdad revelada regresé a casa pensando una vez más que serían aquellas pantallas y teclados que había por todos lados. Mi razonamiento fue que si Colón partió de Palos un 12 de agosto de 1492 y llego a la isla de Guanahani el 12 de octubre, es lógico pensar que con todos los adelantos técnicos actuales, aún estando mucho más al sur y por lo tanto más lejos de España, tres meses alcancen para este viaje. Es increíble como ha adelantado la ciencia.

En mayo del 2015, regresé a este templo a ver si había novedades. Para entonces, se repetía un sueño noche a noche, donde un delfín blanco cruzaba el atlántico con mi expediente en su boca, mientras una señal intermitente lo seguía en su trayecto en una de esas pantallas que veía por todos lados. Creo que cancelaré mi afiliación al cable, demasiado espectáculo de calidad me está alterando.

En realidad había recibido una carta de la Seguridad Social española, referida al trámite de jubilación. Teniendo en cuenta que ellos no tenían ni remota idea de donde vivía yo en ese momento, no es descabellado pensar que mi dirección la hubieran sacado del mismo trámite del BPS que les había llegado.

No sin alguna dificultad, trasmití dicho complicado razonamiento al funcionario que me atendió, argumentando que si yo había recibido una comunicación, sin haber pedido nada, se podía asumir que el propio BPS habría recibido algo en forma paralela. (Creo que debo dosificar el CSI). Una vez que logramos establecer comunicación y recibir una señal de respuesta, nos explicó que en el fondo habían varias bolsas de correo llegadas de España entre otros lados, pero que la funcionaria encargada de abrirlas (seguramente con algún máster en el exterior) no se encontraba y claro está como podíamos imaginar a ella no le correspondía hacerlo (seguramente su máster era en otra disciplina). Enfatizó una vez más que el plazo mínimo esperable era el de los tres meses ya adelantado y que hubiera sido mucho más rápido si en forma proactiva hubiéramos solicitado la información a España al comenzar el trámite jubilatorio, como era lo común. Haciendo caso omiso de una serie de tics nerviosos y otros movimientos involuntarios de mi cuerpo, me explicó que ya me avisarían cuando algo se supiera, eso sí, en forma telefónica, porque vivíamos en la Costa de Oro, lugar donde no llegaba el correo del estado.

De los días posteriores recuerdo poco, vagamente que mi marido dice que se asustó al verme llegar a casa en un estado semi convulsivo, con un rictus casi sonrisa en los labios y un fino hilo de baba cayendo por la comisura izquierda de mis labios. Me vino bien porque las semanas siguientes las pasé en un sueño inducido que me hizo recuperar fuerzas.

En julio de 2015, ante la necesidad de repetir una medicación que utilizo, me dirigí a la sociedad médica a pedir la receta correspondiente. Al llegar a la ventanilla, me informan que no pertenecía a dicho centro asistencial. Ante mi asombro, al informar que hacía ya años que estaba afiliada a la institución, el empleado, en forma totalmente inconsciente, con una agresividad injustificada y prescindiendo de todo asomo de delicadeza me dijo: USTED ESTA JUBILADA.

Cuando salí de la sala de urgencias, donde me habían depositado dos amables enfermeros que me recogieron del suelo, el corazón no me cabía en el pecho. ¡Qué grande mi país!
Qué maravilla que una institución que no tiene nada que ver con el BPS me dé la noticia para agilizar los trámites. Que eficiencia.

Veintidós meses después de iniciado el trámite y YA me había convertido en pasiva. Dos años sin ingresos, pero finalmente ya podía contar con el mínimo jubilatorio por el que aporté toda mi vida. Ahora lo único que restaba era cultivar a fondo mi conducta para no caer en los excesos propios de la abundancia. Cobrando apenas un quince por ciento menos que el salario mínimo, podría repartir con mi familia, atendiendo siempre a no generar vicios innecesarios. La vida me sonreía.

En verdad, recomiendo a toda persona que haya llegado a ésta feliz edad que tome con alegría y deportividad la tramitación de su pasividad (que claramente no tiene nada de pasiva). Es una experiencia integral. Intercambiar puntos de vista con gente de la riqueza espiritual de los funcionarios, comentar en los variados corrillos de la espera sobre nuestras vivencias burocráticas con los otros promitentes pasivos. Sentirse en todo momento tratado con respeto, yo diría que casi con cariño por estos vocacionales del servicio y sobre todo verlos contener a aquellos que están más castigados por los años. ¡Con que amor tratan a esos adultos mayores que tienen menos contacto con la realidad! Si hay algo que lamento es no continuar teniendo una excusa para seguir yendo a estos eventos casi lúdicos pero que tanto enseñan. Después de transitar el desierto de treinta o treinta y cinco años de trabajo, esto es llegar a un oasis, lleno de paz, sabiduría, hermosos paisajes y sobre todo muchos camellos…
Ahora ¡a disfrutar!......

ACLARACIÓN NECESARIA

Me resulta imperativo expresar que todos los hechos narrados, referidos a los trámites realizados, son absolutamente reales. No hay en ellos la más mínima imaginación y mucho menos exageración. Esta triste y gran lección de nuestro mejor absurdo, es exclusiva obra de nuestra administración, cultivada con tesón y esfuerzo por años, por generaciones de inútiles, que orgullosos, transmiten a sus sucesores su desprecio a los demás y su culto a la falta de inteligencia, al amparo de unos mandos que incentivan estas taras, por ser incapaces de superarlas.

Ver el tránsito de nuestros viejos por el laberinto del BPS y el trato que reciben por parte de muchos funcionarios es desgarrador, y verse en ese espejo uno mismo, consciente que en un posible futuro próximo no conservará la capacidad de desprecio que aún mantiene, es por lo menos preocupante.

Por nuestros viejos… a quienes nos debemos.

sábado, 28 de febrero de 2015


Teatro Museo Dalí





Algunas frases de Salvador Dalí:

-La única diferencia entre un loco y yo, es que el loco cree que no lo está, mientras yo sé que lo estoy.
- Si muero, no moriré del todo.
- Lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien.
- El verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar escenas extraordinarias en medio de un desierto vacío. El verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar pacientemente una pera rodeado de los tumultos de la historia.
- Muchas personas no cumplen los ochenta porque intentan durante demasiado tiempo quedarse en los cuarenta.
- ¡No podéis expulsarme porque Yo soy el Surrealismo!
- Es evidente que existen otros mundos, eso seguro; pero, como ya he dicho muchas veces, esos otros mundos están en el nuestro, residen en la tierra y precisamente en el centro de la cúpula del Museo Dalí, donde está todo el nuevo mundo insospechado y alucinante del surrealismo.
- Creo que la vida debe ser una fiesta continua.
- La Revolución Rusa es la Revolución Francesa que llega tarde, por culpa del frío.
- De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas.
- Declaro la independencia de la imaginación y el derecho del hombre a su propia locura.
- El payaso no soy yo, sino esa sociedad tan monstruosamente cínica e inconscientemente ingenua que interpreta un papel de seria para disfrazar su locura.
- Que no conozca el significado de mi arte, no significa que no lo tenga.
- Lo menos que puede pedirse a una escultura es que no se mueva.
- El surrealismo es destructivo, pero destruye sólo lo que considera que limita nuestra visión.
- En lugar de tratar de usar obstinadamente surrealismo con fines de subversión, hay que tratar de hacer algo de surrealismo como sólido, completo y clásico como las obras de los museos.
- El que quiere interesar a los demás tiene que provocarlos.
- Lo único de lo que el mundo no se cansará nunca es de exageración. 

sábado, 22 de noviembre de 2014

AUSENCIA





La nostalgia es una pesada maleta
por la que pagamos exceso de equipaje en cada aeropuerto...

En ella viajan nuestros pequeños tesoros
Sonrisas y abrazos
Besos y lágrimas
Soles y lluvias
Ocasos y madrugadas

A veces, el vino la vuelve dulce y acogedora
Otras veces afila sus dientes
para morder las entrañas,
templar nuestras manos
o iluminar la mirada

Migrar 
es llevar nuestro universo puesto
a la conquista de otro preñado de esperanza.

Migrar 
nos convierte en extranjeros
para estar siempre de paso


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jueves, 13 de noviembre de 2014

PROPIEDAD PRIVADA


Nos empujan, nos arrastran, nos dibujan
Nos elevan, nos abisman, nos traicionan
Nos revelan, nos recuerdan, nos avisan
Nos inspiran, nos angustian, nos perdonan.
Por ellos creamos, amamos, sufrimos
Por ellos sentimos, luchamos, crecemos
Por ellos vivimos y a veces morimos.
Allí nos escondemos y allí nos sorprendemos
Allí somos nosotros a pesar de nosotros
Allí nos encontramos aunque no nos busquemos
Son tan empecinadamente nuestros
Que no se pueden parcelar, ni envasar
Ni fraccionar, ni empaquetar
Ni endosar, ni traspasar.
Nuestra única y verdadera propiedad privada
Nuestro universo personal
Nuestros sueños nos habitan



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domingo, 1 de diciembre de 2013

Mario

Mario nació en el 20, mi viejo en el 22 y yo en el 56.

Creo que nunca olvidaré uno de los rituales que más me han marcado: los viernes a la tarde acompañar al viejo a buscar el semanario 'Marcha' al quiosco de Millán y Bulevar Artigas.

En mis primeros años de adolescencia descubría un universo nuevo y prometedor. 
Mi padre, reservado, adusto, y por qué no, lejano al resto de mi familia; me mostraba (aún sin proponérselo) que había otras cosas aparte del fútbol. Poco a poco, me fui enterando de su empleo en el frigorífico de los ingleses, de su militancia socialista, de sus marcas en la espalda cuando fue a recibir al Che al aeropuerto, pero sobre todo, de las fuentes de donde bebía. Una de ellas (para mí muy importante), este semanario de un país casi insignificante pero reconocido por los intelectuales de todo el mundo. Por él pasaron todos los grandes de Uruguay, baste decir que con 20 añitos Galeano fue su redactor responsable (mirá que nene). Su director y fundador, Carlos Quijano (político, periodista y escritor) era un referente en toda regla. Y fue allí donde por primera vez leí a Mario. En su trabajo descubrí 'El país de la cola de paja', el crudo y real retrato de nuestro medio pelo, de nuestro conformismo. Ese país de clase media, amanuense y obsecuente con el poder que le daba de comer en la mano, seguidor de perimidos caudillos.

El tiempo fue pasando, yo fui creciendo, Mario siempre siguió creciendo; y luego de mostrarme la oficina y su mundo, pude verlo en actos políticos, explicando que había otra realidad por la cual luchar, y sobre todo, porqué luchaban los que luchaban. No en vano por su culpa y la de Daniel tengo una nieta que se llama Anaclara. Vendrían después los tiempos de explicar porqué cantamos, en su fecundo exilio donde el mundo descubrió a este pequeño gran hombre.

Creo que Mario fue mi padre después de mi padre. Si el que me dio la vida me enseñó lo que ésta valía, Mario fue su instrumento hasta convertirse en el mío.

Por supuesto que merece todos los premios y homenajes que le otorguen, pero confieso que en mi egoísmo no necesita nada más. Para mí (y estoy seguro que para muchos), es un faro que siempre nos marcará el camino, y todo boato y oropel son solo parte del juego de nuestra sociedad.

Querido Mario: brindo por ti, por una vida vivida gota a gota; porque no le debes nada a nadie y por lo que te debemos tantos, pero sobre todo, por ser una guía ineludible en el camino al hombre nuevo, en el que aún hoy muchos creemos. 
Salud.

domingo, 17 de noviembre de 2013

GUITARRA

Te dio forma de mujer
Algún duende trasnochado
Y un amanecer, azul y pájaro
Puso luz a tu trino enamorado


Tus seis cuerdas peregrinas
Caminan en la nostalgia
O transitan el amor
O fecundan la esperanza

O explotan en alegrías
Iluminando las caras
O son fusil y trinchera
Sembradoras de mañanas

A quien te abraza, cautivo
Regalas noches aladas
De lunas como senderos
Buscando alguna alborada

De la profunda madera
El asombro de tu boca
Guarda secretos de siglos
De bosques, mares y roca

Suena y resuena guitarra
Pariendo luz con tu son
Recuérdanos que la vida
Es fruto del corazón

sábado, 9 de noviembre de 2013

CURRICULUM VITAE


No soy joven, no soy dinámico y debo confesar (no sin vergüenza), que creo no ser proactivo.

Experiencia tengo muchísima, pero solo en algunas cosas.

Me relaciono fácilmente, siempre que me importe la otra persona. De manera que soy sociable si me apetece serlo.

Presencia satisfactoria, aunque según testigos (no siempre confiables), con una cierta tendencia a la cara de culo.

Estudios:

Mis abuelas me enseñaron de besos.

Mis abuelos pusieron pájaros en mis manos.

Mi padre curiosidad en mi cabeza.

Mi madre tesón en mi espíritu.

Mi esposa amor en mi alma.

Mis hijos asombro en mi corazón.

Mis nietos ternura a mi vida.

(Dis)gustos:

Quienes desperdician este hermoso viaje entre dos polvos, dedicando su vida a joder a los demás.

Aspiraciones:

Beber lo que me quede de vida, degustando cada sorbo, hasta caer consciente.

Suelo estar desocupado.-



lunes, 4 de noviembre de 2013

HABLANDO CLARO (EN URUGUAYO)


Otra semana había terminado. La creatividad exigida por mi trabajo, desmontar y montar chips en el motherboard del mismo modelo de laptop, día tras día, no estaba exento de cierto nivel de stress. De manera que me dispuse a hacer algún plan para el weekend. 

Una vez logré conectar el tablet a la red wifi, estuve revisando los trending topics de tweeter y varias Fan Pages en Facebook. Mi anatomía de momento no estaba para surf, rafting u otros deportes similares, de manera que me decidí por algo más soft. La idea era ir a un Shopping, recorrer algún Outlet (algunos ofrecen hasta un 50% off en agresivas campañas de marketing); luego hacer un break posiblemente en un Mac Donald para tomar algún refrigerio light tipo Mc Beacon, en fin, algo saludable y luego ir al último stand up que promocionaban. 

Para completar el planning pensé en pasar a buscar a mis nietos. Supuse que los encontraría jugando con el Play Station o el Xbox que tienen juegos realmente educativos, como el Call of Duty, donde el jugador se mimetiza con un comando de las fuerzas especiales de choque americanas, esas que se van a socorrer pueblos, mientras puede poner a prueba su habilidad de matar gente, hasta con sangre casi real. Otra maravilla es el Soccer, donde el jugador elige a su estrella de football para transformarse en él, solo en el aspecto deportivo, claro, y sin tener que padecer las complicaciones de viajar por el mundo y angustiarse en cómo invertir el volumen de dinero que gana con tanto sacrificio. En fin, juegos realmente integradores y socializadores. 

Sin embargo no fue así, los encontré en su rutina diaria. La menor atrapada viendo animé, la del medio con su e-book leyendo algún libro (confieso que esto me preocupa) y el mayor jugando online al LOL (Lord of Leyend). Este último juego no lo conozco, pero deduzco que debe tener que ver con la anatomía, a juzgar por las reacciones de mi nieto, dando voces entre convulsiones con el headset puesto y haciendo referencias permanentes al tamaño de las gónadas de algún compañero de equipo o al órgano que da el género a la mamá de algún contrincante. Lo curioso de estas actividades es el extraordinario nivel de concentración que alcanzan los chicos, ya que mientras esto ocurre, su madre da vueltas por la casa, los pelos hirsutos, los ojos desorbitados, la mirada perdida, repitiendo un mantra a gritos: tienen que ayudar, tienen que ayudar,…, etc. No solo no se enteran, sino que estoy convencido que si se estrellara un B52 en el jardín ni siquiera arquearían una ceja. 

Viendo entonces el apacible y a la vez entrañable ambiente familiar, decidí volver a casa desistiendo de mi idea original para no importunar. De regreso, conecté mi Ipad. En un principio tuve intenciones de escuchar "P’al que se va" de Zitarrosa, pero me sentía demasiado up. Necesitaba escuchar algún tema con riqueza melódica y de honda inspiración en su letra. Finalmente me decidí por ese que dice Don't worry, be happy. 

De camino me asaltó un pensamiento: los que dicen que vivimos en un mundo globalizado, estarán insinuando que vivimos en una burbuja de aire?







domingo, 3 de noviembre de 2013

RECUERDOS


Bicho feo... Bicho feo… 



El canto del Benteveo rompía el silencio de aquellos gloriosos domingos, al comenzar la tarde en 'El Bosque' (parte de lo que después sería La Costa de Oro en Canelones). La hamaca, de tres cuerpos con su toldo correspondiente, mecía el aire del verano. El sol se filtraba entre los eucaliptos, dibujando formas caprichosas en el suelo de ladrillos rojos. En frente, el singular parrillero con espadas para hacer el asado como spiedo, conservaba el aroma a leña y a carne recién cocinada. La familia ya sesteaba. Mientras los mayores desaparecían en el interior de la casa, con mi prima compartíamos el silencio de la tarde y a veces la otra hamaca, la paraguaya, mientras intercambiábamos a Chip y Dale, Superman o al Pato Donald entre otros.

La rutina se repetía. Llegábamos sobre las diez y cada uno tenía su tarea asignada. Las mujeres se afanaban en barrer las persistentes hojas de eucaliptos que tapizaban el exterior de la casita mientras el abuelo-patriarca comenzaba a encender los altos hornos (el parrillero), donde luego carne y chorizos aromarían la manzana. Pero antes de comenzar el ritual culinario, llevaba a la familia a la playa para poder cumplir en paz con el ritual necesario del asador. Entonces era el momento de pertrecharnos con la lancha roja, la ballena inflable, y todo el arsenal de baldes y palitas que nos permitirían eludir la insoportable inmadurez de los mayores.

Luego venía el regreso a la casa donde se desplegaba el arsenal de entremeses pergeñados por las damas: pizzas, tortas de fiambre y etcéteras. Todo esto regado por refrescos (y supongo hoy que otros licores) debidamente enfriados en el tacho con las barras de hielo que se habían comprado en el viaje de ida. Llegaba entonces el gran momento, donde la mesa se cubría de los manjares asados, entre diversas exclamaciones de los comensales.

Terminada la siesta y entre caras congestionadas, el tío nos llevaba al lago de El Bosque, donde hacíamos acopio de renacuajos en diversos frascos, con la esperanza efímera de tener luego en casa nuestro propio acuario.

Finalmente, al caer de la tarde, tocaba el regreso, con la famosa frase de la tía Bebucha, que una vez todos acomodados en el coche, al iniciar la marcha decía: ”adiós casita, adioooos...”

Como olvidar aquellos domingos si la vida transcurría lenta y parsimoniosa, y era una promesa de felicidad.

Hoy, luego de transitar tantos años, tantos problemas, y comprobar que vivir es tan complicado, no puedo dejar de dar gracias por tener estos recuerdos. Sé que conocí un espacio de felicidad con toda la familia reunida, y un sol estival que acariciaba mi ingenuidad hasta hacerla plena.

La vida sonreía... Y cada lágrima derramada al escribir esto vale la pena.

Ojalá que otros puedan atesorar recuerdos como éstos: raíces que nos sostienen.

(Dibujo: Martín Lago)

martes, 29 de octubre de 2013

ECONOMÍA

A cuánto se cotizan 5 minutos con mi cabeza en tu hombro.

Cuál es el costo de un abrazo apretado.

Qué precio tiene una sonrisa cómplice.

Cuánto vale un beso si meto el alma en tu boca.

Qué interés debo pagar por muchos años de con-vivencias.

No permitiré que te desahucien y dejes de vivir en mí.

Siento ser mal economista.

Pero me alegro de quererte.

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(Esto es producto de vivir en una España en crisis. Lejos de ti. Y de un Navarra de 1.50 euros... En el fondo, a pesar de vivir trabajando y ocupar mi vida en pelotudeces, aún queda un rescoldo de vida en mí. Ojalá pueda soplarlo para convertirlo en llama...Créeme que lo deseo...)