domingo, 17 de noviembre de 2013

GUITARRA

Te dio forma de mujer
Algún duende trasnochado
Y un amanecer, azul y pájaro
Puso luz a tu trino enamorado


Tus seis cuerdas peregrinas
Caminan en la nostalgia
O transitan el amor
O fecundan la esperanza

O explotan en alegrías
Iluminando las caras
O son fusil y trinchera
Sembradoras de mañanas

A quien te abraza, cautivo
Regalas noches aladas
De lunas como senderos
Buscando alguna alborada

De la profunda madera
El asombro de tu boca
Guarda secretos de siglos
De bosques, mares y roca

Suena y resuena guitarra
Pariendo luz con tu son
Recuérdanos que la vida
Es fruto del corazón

sábado, 9 de noviembre de 2013

CURRICULUM VITAE


No soy joven, no soy dinámico y debo confesar (no sin vergüenza), que creo no ser proactivo.

Experiencia tengo muchísima, pero solo en algunas cosas.

Me relaciono fácilmente, siempre que me importe la otra persona. De manera que soy sociable si me apetece serlo.

Presencia satisfactoria, aunque según testigos (no siempre confiables), con una cierta tendencia a la cara de culo.

Estudios:

Mis abuelas me enseñaron de besos.

Mis abuelos pusieron pájaros en mis manos.

Mi padre curiosidad en mi cabeza.

Mi madre tesón en mi espíritu.

Mi esposa amor en mi alma.

Mis hijos asombro en mi corazón.

Mis nietos ternura a mi vida.

(Dis)gustos:

Quienes desperdician este hermoso viaje entre dos polvos, dedicando su vida a joder a los demás.

Aspiraciones:

Beber lo que me quede de vida, degustando cada sorbo, hasta caer consciente.

Suelo estar desocupado.-



lunes, 4 de noviembre de 2013

HABLANDO CLARO (EN URUGUAYO)


Otra semana había terminado. La creatividad exigida por mi trabajo, desmontar y montar chips en el motherboard del mismo modelo de laptop, día tras día, no estaba exento de cierto nivel de stress. De manera que me dispuse a hacer algún plan para el weekend. 

Una vez logré conectar el tablet a la red wifi, estuve revisando los trending topics de tweeter y varias Fan Pages en Facebook. Mi anatomía de momento no estaba para surf, rafting u otros deportes similares, de manera que me decidí por algo más soft. La idea era ir a un Shopping, recorrer algún Outlet (algunos ofrecen hasta un 50% off en agresivas campañas de marketing); luego hacer un break posiblemente en un Mac Donald para tomar algún refrigerio light tipo Mc Beacon, en fin, algo saludable y luego ir al último stand up que promocionaban. 

Para completar el planning pensé en pasar a buscar a mis nietos. Supuse que los encontraría jugando con el Play Station o el Xbox que tienen juegos realmente educativos, como el Call of Duty, donde el jugador se mimetiza con un comando de las fuerzas especiales de choque americanas, esas que se van a socorrer pueblos, mientras puede poner a prueba su habilidad de matar gente, hasta con sangre casi real. Otra maravilla es el Soccer, donde el jugador elige a su estrella de football para transformarse en él, solo en el aspecto deportivo, claro, y sin tener que padecer las complicaciones de viajar por el mundo y angustiarse en cómo invertir el volumen de dinero que gana con tanto sacrificio. En fin, juegos realmente integradores y socializadores. 

Sin embargo no fue así, los encontré en su rutina diaria. La menor atrapada viendo animé, la del medio con su e-book leyendo algún libro (confieso que esto me preocupa) y el mayor jugando online al LOL (Lord of Leyend). Este último juego no lo conozco, pero deduzco que debe tener que ver con la anatomía, a juzgar por las reacciones de mi nieto, dando voces entre convulsiones con el headset puesto y haciendo referencias permanentes al tamaño de las gónadas de algún compañero de equipo o al órgano que da el género a la mamá de algún contrincante. Lo curioso de estas actividades es el extraordinario nivel de concentración que alcanzan los chicos, ya que mientras esto ocurre, su madre da vueltas por la casa, los pelos hirsutos, los ojos desorbitados, la mirada perdida, repitiendo un mantra a gritos: tienen que ayudar, tienen que ayudar,…, etc. No solo no se enteran, sino que estoy convencido que si se estrellara un B52 en el jardín ni siquiera arquearían una ceja. 

Viendo entonces el apacible y a la vez entrañable ambiente familiar, decidí volver a casa desistiendo de mi idea original para no importunar. De regreso, conecté mi Ipad. En un principio tuve intenciones de escuchar "P’al que se va" de Zitarrosa, pero me sentía demasiado up. Necesitaba escuchar algún tema con riqueza melódica y de honda inspiración en su letra. Finalmente me decidí por ese que dice Don't worry, be happy. 

De camino me asaltó un pensamiento: los que dicen que vivimos en un mundo globalizado, estarán insinuando que vivimos en una burbuja de aire?







domingo, 3 de noviembre de 2013

RECUERDOS


Bicho feo... Bicho feo… 



El canto del Benteveo rompía el silencio de aquellos gloriosos domingos, al comenzar la tarde en 'El Bosque' (parte de lo que después sería La Costa de Oro en Canelones). La hamaca, de tres cuerpos con su toldo correspondiente, mecía el aire del verano. El sol se filtraba entre los eucaliptos, dibujando formas caprichosas en el suelo de ladrillos rojos. En frente, el singular parrillero con espadas para hacer el asado como spiedo, conservaba el aroma a leña y a carne recién cocinada. La familia ya sesteaba. Mientras los mayores desaparecían en el interior de la casa, con mi prima compartíamos el silencio de la tarde y a veces la otra hamaca, la paraguaya, mientras intercambiábamos a Chip y Dale, Superman o al Pato Donald entre otros.

La rutina se repetía. Llegábamos sobre las diez y cada uno tenía su tarea asignada. Las mujeres se afanaban en barrer las persistentes hojas de eucaliptos que tapizaban el exterior de la casita mientras el abuelo-patriarca comenzaba a encender los altos hornos (el parrillero), donde luego carne y chorizos aromarían la manzana. Pero antes de comenzar el ritual culinario, llevaba a la familia a la playa para poder cumplir en paz con el ritual necesario del asador. Entonces era el momento de pertrecharnos con la lancha roja, la ballena inflable, y todo el arsenal de baldes y palitas que nos permitirían eludir la insoportable inmadurez de los mayores.

Luego venía el regreso a la casa donde se desplegaba el arsenal de entremeses pergeñados por las damas: pizzas, tortas de fiambre y etcéteras. Todo esto regado por refrescos (y supongo hoy que otros licores) debidamente enfriados en el tacho con las barras de hielo que se habían comprado en el viaje de ida. Llegaba entonces el gran momento, donde la mesa se cubría de los manjares asados, entre diversas exclamaciones de los comensales.

Terminada la siesta y entre caras congestionadas, el tío nos llevaba al lago de El Bosque, donde hacíamos acopio de renacuajos en diversos frascos, con la esperanza efímera de tener luego en casa nuestro propio acuario.

Finalmente, al caer de la tarde, tocaba el regreso, con la famosa frase de la tía Bebucha, que una vez todos acomodados en el coche, al iniciar la marcha decía: ”adiós casita, adioooos...”

Como olvidar aquellos domingos si la vida transcurría lenta y parsimoniosa, y era una promesa de felicidad.

Hoy, luego de transitar tantos años, tantos problemas, y comprobar que vivir es tan complicado, no puedo dejar de dar gracias por tener estos recuerdos. Sé que conocí un espacio de felicidad con toda la familia reunida, y un sol estival que acariciaba mi ingenuidad hasta hacerla plena.

La vida sonreía... Y cada lágrima derramada al escribir esto vale la pena.

Ojalá que otros puedan atesorar recuerdos como éstos: raíces que nos sostienen.

(Dibujo: Martín Lago)